Deporte y turismo
No hay capital de provincia que no tenga su maratón o su media maratón, no hay pueblo por pequeño que sea que no organice su carrera popular. Lo de participar en estas convocatorias atléticas se ha convertido en una moda —a mi gusto, para bien— de hacer turismo deportivo a los lugares donde transcurren las carreras.
Los que nos dedicamos de forma habitual al atletismo popular nos damos cuenta de que hay dos maneras de correr estas competiciones: la del deportista que va a competir y la del que simplemente va a intentar acabar la prueba.
No es lo mismo correr los maratones de Nueva York, Londres, París, Madrid, etc., que el resto de carreras, pues para los organizadores de las primeras, es un negocio, si bien es verdad que las ciudades por donde se corren estas pruebas en ese fin de semana adquieren un notable aumento en el sector servicios, pero no nos engañemos, los corredores populares pagan por estas pruebas una media de 100 euros de inscripción, cantidad que se embolsa la organización y que en muchos casos no se ve compensada con lo que reciben materialmente los corredores.
Si se compensa con el disfrute de la visita que realizas a dichas ciudades, por ejemplo, si tú corres la maratón de Paris (50.000 participantes), en el transcurso de tres a cuatro horas vas a pasar por la mayoría de los puntos emblemáticos de la ciudad y dependiendo en la forma de correr les verás de una manera o de otra.
Otro ejemplo son las carreras de media maratón, por ejemplo, en el mes de marzo en la Comunidad de Castilla y León se disputan cuatro medias maratones populares: Salamanca, León, Zamora y Segovia. Cada año, la participación en estas competiciones va en aumento, de hecho la de Salamanca, alcanza ya los 1.800 participantes; la de León y Zamora, también van creciendo, y la de Segovia, que crece aún más por su cercanía con Madrid, llega a alcanzar los 4.000 participantes.
Luego están las carreras locales que se realizan en muchos pueblos de España, a la que acuden la mayoría de los corredores populares de la zona y que en la mayoría de los casos sirve para descubrir zonas de tu provincia que apenas conocías. Son pocas horas las que permaneces en el pueblo, pero la zona se hace protagonista para todos los visitantes.
La verdad, es que a los dos tipos de corredores nos gusta terminar en la mejor posición posible, y para ello ponemos todo nuestro entrenamiento y esfuerzo. La diferencia estriba en que el recorrido de la competición siempre pasa por los monumentos más emblemáticos de cada capital, y si a los primeros les preguntas ¿Has visto la Catedral, el Acueducto o el Alcázar?, normalmente te responden que ni se han fijado, porque su meta es ganar o bajar su marca personal, y sólo se preocupan de si va alguien por delante de ellos para poderlo pasar; en definitiva, no les importa por dónde van, sólo ganar y la recompensa económica.
Para otros, como es mi caso, es una delicia correr por los cascos históricos de la ciudades, Campos Elíseos, Torre Eiffel, Notre-Dame de Paris, Louvre, Grand Palais, y los puentes por el Sena, o correr por la Plaza Mayor de Salamanca, pasar por sus Catedrales, su Puente Romano y disfrutar de su vista, ir por León cerca de su Catedral, el Barrio Húmedo, San Isidoro, San Marcos, etc.
Cualquiera que lea esto se puede imaginar lo que es patear por Zamora, con un recorrido por su casco antiguo, y qué decir de Segovia, ya que la salida se hace desde el propio Acueducto, y desde La Lastrilla se desciende por el paraje de la Fuencisla, bordeando el río, la Casa de la Moneda, nuevo paso por el Acueducto, Plaza Mayor, Catedral, El Alcázar, para acabar en la Plaza del Azoguejo.
Para mí, ésta, sí que es una manera de correr y de disfrutar del patrimonio y la gastronomía. Por eso, cada carrera que hago me parece distinta, y en cada una descubro algo que nunca había visto. Lo importante es participar y sobre todo no lesionarse, para ello es importante que podáis leer el libro: “Manual de Primeros auxilios en el deporte”, muy interesante para evitar lesiones y como tratarlas en un primer momento.